sábado, 9 de mayo de 2015

Debate aguado, acartonado y mediocre del Ceepac entre candidatos y candidatas a gobernador

DEBATE AGUADO, ACARTONADO Y MEDIOCRE DEL CEEPAC ENTRE CANDIDATOS Y CANDIDATAS A GOBERNADOR

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San Luis Al Instante.-
Lo mejor del debate entre comillas, organizado por el Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana entre candidatos y candidatas a gobernador o gobernadora del Estado de SLP y celebrado en la noche del viernes, no sería en todo caso lo que ellas y ellos dijeron, puras promesas que serán olvidadas o imposibles de cumplir, sino la exposición de sentimientos de quienes vimos lo que allí pasó.

Toda crónica justa de lo ocurrido necesariamente iniciaría diciendo que fue un evento aguado, acartonado y mediocre. Una fotografía exacta de la pobreza intelectual y retórica del sustrato social que ha dado en llamarse como "la clase política" de nuestro Estado.

Todo comenzó con la presentación de un embalsamado conductor, sacado quién sabe de qué ropero y metido dentro de un traje cuyo olor a naftalina salía de la pantalla.

Este señor con impostada presencia de locutor de radio de los 60 quiso rascarle al evento sus diez minutos de gloria y terminó arrebatándoselos a los propios actores y actrices del evento, porque justamente a las 10 de la noche los canales de televisión por cable que lo transmitían, dejaron de hacerlo cuando faltaban por ofrecerse las conclusiones de las candidatas Sonia Mendoza Díaz e Ysabel Gómez Galán y de los candidatos Aniceto Becerra Dueñas, Fernando Pérez Espinosa, Sergio Serrano Soriano y Eugenio Govea Arcos.

Muy convenientemente los canales 10 de Cablecom y 100 de Torres Corzo sacaron del aire este programa de niñas y niños bien portados, cuando Juan Manuel Carreras López, candidato del PRI, dio su último mensaje, pues el señor conductor salido de algún radio de bulbos se tomó su tiempo para lucirse como si fuera uno de los discípulos más avanzados de Giovanni Sartori.

Todavía antes de iniciar el evento, el señor locutor del estilo de la anticuada W les recordó a las candidatas y a los candidatos que habían firmado un acuerdo para portarse bien, llamado de "civilidad". ¿Acaso los debates son para evitar el jab, el upercut, el gancho al hígado y hasta el golpe de conejo? ¿Para qué los organizan entonces? La gente lo que quiere es ver sangre, que se desgarren por su pueblo, que se les caiga el barniz de las uñas por los arañazos.

Y sí, le hicieron caso, con excepción de algunas intervenciones de Govea Arcos, quien dirigiéndose con particular disfrute hacia Pérez Espinosa (El Calolo le decía el llevadito locutor), le recordó que fue uno de los principales aliados del gobernador Fernando Toranzo Fernández en el Congreso del Estado para autorizar incrementos de tarifas o impuestos impopulares, como la tenencia automotriz, el precio del camión urbano y el impuesto a la nómina. O bien, autorizarle nuevos endeudamientos bancarios o proteger con el manto de impunidad a funcionarios priístas.

O de Sonia Mendoza Díaz que con mucho cuidado, como si cuidara sus uñas de escultura o mirara ya a Juan Manuel Carreras como gobernador o quizás por pánico escénico, pedía al candidato del PRI explicar cómo era eso de que la Secretaría de Educación tenía el primer lugar en quejas ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos.

Salvo eso, lo demás fueron generalizaciones y un acordeón de buenas intenciones, elaborado por sabe qué estudiantes de preparatoria.

Podríamos decir que las mejores propuestas vinieron de Sergio Serrano Soriano, pues entusiasma la idea de ciudadanizar al gobierno, crear autodefensas, llevar al extremo la cultura de los derechos humanos y defender nuestros recursos naturales de empresas depredadoras. ¿Cómo sería posible eso siendo gobierno?, lo desconocemos. Pero se oye lindito.

Los demás estuvieron así: Sonia Mendoza Díaz nerviosa, insegura, titubeante, extraviada. Ysabel Gómez Galán, peor que Sonia Mendoza, nunca supo en dónde estaba. Aniceto Becerra Dueñas también nervioso, apanicado o paniqueado (según se oiga más justo), trabado del susto. Juan Manuel Carreras como un burócrata que leía el teleprompter que alguien escribió, sin emoción, tieso, sin convicción. Eugenio Govea Arcos como fajadorcito de esquina, el busca bullas, como buen merolico vendiendo recetas increíbles. Y Fernando Pérez Espinosa con un discurso fuera de la lógica perredista, si es que puede decirse que tuvo discurso.

¿Quién ganó el debate? Pues primero hay que decir que no hubo tal debate. ¿Quién se vio menos mal? Quizás Serrano Soriano, aunque le falta ensayar para dominar el escenario y tener más convicción del papel que representa en este teatro. El resto, como dicen en mi pueblo: pa'l arrastre.

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